🔺¿Conoces cuáles son los principales hábitos de nuestra vida diaria que pueden afectar a tu espalda?
1️⃣ Sedentarismo. La falta de fortalecimiento de la musculatura de la espalda es el motivo de la aparición de dolores de espalda ante movimientos repetidos o con cargas repetidas.
2️⃣ Malas posturas cogiendo a los bebés o dando el pecho. Conforme el bebé crece y gana peso, sujetarlo supone más trabajo por lo que pueden aparecer molestias dorsales y cervicales.
3️⃣ Movimientos repetidos como agacharse continuamente, estar de rodillas mucho rato, girar el cuerpo de un lado a otro o mirar hacia abajo o arriba pueden generar dolor en la zona lumbar, dorsal o cervical.
4️⃣ Mala postura al dormir o el uso de un colchón o almohadas que no permitan una buena postura de descanso. Conviene revisar en qué postura dormimos y si es necesario cambiar de colchón o almohada.
5️⃣ Pasar mucho tiempo sentado trabajando o conduciendo sin hacer descansos ni levantarse .
Es necesario introducir pausas regulares para estirar la musculatura de nuestra espalda y mover las piernas.
6️⃣ Estrés físico y/o mental. El estrés aumenta el tono muscular y, por tanto, contribuye a la aparición de contracturas musculares en distintas zonas de la espalda. Las corrientes de aire frío también pueden afectar a la musculatura cervical o lumbar.
7️⃣ Calzado inadecuado. Los zapatos que cuentan con un tacón excesivo provocan un mayor arqueamiento de la zona lumbar sometiendola a un mayor estrés mecánico y mayor presión en los discos intervertebrales.
8️⃣ Mal entrenamiento físico o sobreentrenamiento. Un entrenamiento sin calentamiento previo, sin supervisión o con pocos descansos supone muchas veces la aparición de dolores en la espalda.
9️⃣ Mala alimentación. la obesidad, especialmente la concentración de la grasa en la zona abdominal, provoca una mayor presión en nuestros discos lumbares y mayor demanda de activación a nuestra zona lumbar.
🔟 Posturas incorrectas mantenidas al trabajar, leer o mirar dispositivos electrónicos como mirar mucho hacia abajo o tener la cabeza muy flexionada o extendida o ladeada.
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